La sostenibilidad y la competitividad, sombras del legado económico de Merkel
La era Merkel ha sido para Alemania un período de crecimiento, creación de empleo, exportaciones y reducción de la deuda; pero su legado deja también sombras, de la sostenibilidad del sistema social a la competitividad.
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Muchos economistas, provenientes de escuelas distintas, enfatizan más los déficit que deja la líder cristianodemócrata frente a los avances, en Alemania y Europa, y advierten de lo que está por venir en esta década.
Alemania ha crecido en 13 de los 16 años de Angela Merkel como canciller (los dos últimos se contrajo por la pandemia), con el desempleo ahora en el 5,6 % pese al coronavirus, la producción industrial en máximos históricos y las exportaciones por encima de los niveles de febrero de 2020.
Además, el Estado alemán cerró con superávit seis ejercicios consecutivos -hasta la irrupción del Covid-19 y para principios del año pasado había reducido su deuda en 20 puntos porcentuales con respecto a 2010.
Pero ésta no es la imagen completa de la mayor economía europea, con una contención salarial que frena el consumo y desequilibra la balanza comercial, y un déficit de inversiones públicas y privadas que hace mella en las infraestructuras físicas y digitales.
"La política económica y fiscal de la canciller en sus casi 16 años ha estado centrada en la estabilidad y la seguridad", explica a Efe el presidente del Instituto Alemán para la Investigación Económica (DIW), Marcel Fratzscher, de la escuela keynesiana.
Recuerda que Merkel accedió a la Cancillería cuando Alemania era el "hombre enfermo de Europa" y que desde entonces la economía "ha evolucionado muy bien", aunque gracias a las reformas económicas y laborales que puso en marcha el gobierno del anterior canciller, el socialdemócrata Gerhard Schröder.
El "mérito" de Merkel, indica, ha estado en la gestión de las crisis de los últimos años, especialmente la de la deuda y la pandemia, centrándose en la "estabilidad", la "seguridad" y la "confianza".
"No ha sido una política económica valiente, que buscase cambios; sino estabilizadora", agrega Fratzscher.
De esta misma opinión es el director del centro de Investigación Coyuntural y Crecimiento del Instituto de la Economía Mundial (IfW), Stefan Kooths, de la escuela ordoliberal.
"Apenas hubo pasos reformistas", valora Kooths, y señala que las únicas dos decisiones a su juicio positivas de la era Merkel han sido el retraso de la edad de jubilación hasta los 67 años y el "freno de la deuda".
Pero son excepciones, ya que muchas otras medidas -de la ampliación de la jubilación anticipada a la introducción del salario mínimo- fueron en la dirección contraria.
Se trata de "muchas medidas pequeñas que individualmente no son problemáticas, pero que en su conjunto reducen notablemente la actividad económica", aduce.
"Tras 16 años no se puede estar muy contento con este balance", afirma Kooths, que lamenta que en la política económica de Merkel, en parte por la fijación con la crisis del momento, "nunca se ha podido reconocer una trayectoria clara".
Fratzscher, desde postulados distintos, coincide en lo fundamental: "La evolución económica de Alemania en los últimos 16 años parece mejor de lo que realmente ha sido".
Kooths apunta además que "el balance se elabora no sólo con lo que un gobierno lleva a cabo, sino también con lo que no hace" y ahí destaca que Merkel, en cuatro legislaturas, "no ha preparado el sistema social para el cambio demográfico" que se está gestando.
El fuerte envejecimiento va a provocar una notable contracción de la fuerza de trabajo, lo que va a reducir la tasa de crecimiento potencial del 1,5 % de las últimas décadas al 1 % "en pocos años" y a apenas un 0,5 % "para el final de esta década", asegura Kooths.
A esto se suma, apunta Fratzscher, que la fijación del gobierno alemán con el "déficit cero" se ha hecho a costa de la inversión en "infraestructuras", "innovación" y "tecnologías de futuro".
"La política fiscal ha establecido prioridades erróneas. Ha sido en primer lugar demasiado restrictiva. Esto ha llevado a que las infraestructuras se deterioren. En segundo lugar, ha fijado prioridades equivocadas: ha elevado mucho el gasto social y no ha hecho lo suficiente por las inversiones", argumenta.
En su opinión, "esto empieza ahora a pasar factura a la economía alemana. Por eso hay razones para preocuparse por lo que va a suceder en la próxima década".
Kooths, que lamenta que la mayor parte de la consolidación se hiciera del lado de los ingresos, considera en este sentido que "las perspectivas para el próximo gobierno son claramente más difíciles que las que encontró Merkel".